“Anhelar es desear algo desesperadamente, tanto que llega a doler”.
Anhelo…
De sentir calor en la cama, de una silueta que en la oscuridad pasa su brazo sobre ti y te acaricia la espalda, sintiendo sus dedos bajar suavemente por cada centímetro de tu piel… Anhelo de fundirte en el calor de un beso.

¿Anhelo o añoranza?
Añoranza... Añorar es echar de menos algo ¿tanto que duele?
Añoranza de ese calor, ese tacto, ese sabor.
Son muchos los besos, las caricias, los chicos que han pasado por mi cama y alguno hasta consiguió pasaje para pernoctar, incluso más de una noche.
Muchos besos, caricias, polvos suaves y salvajes, pasionales, buenos y no tan buenos… Pero hace años que no está ese calor en mi cama, ese beso que en la oscuridad hace que surja el universo, que estalle un nuevo big bang.

La noche es oscura y a veces, como dice la guardia de la noche, alberga horrores. A nosotros mismos, desnudos antes nuestros pensamientos y sentimientos.
Sabemos que no es de la cama de lo único que hablo, aunque no quiera reconocerlo, sé que esta noche no es solo eso.
Y hace tiempo que deje de buscar el calor en esos brazos, esos besos, esos polvazos, a veces sin nombre. Son solo diversión, apetencia, disfrute. Sé que no sería bueno buscar ahí. El problema es ¿dónde buscarlo?

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